Título «AVE FÉNIX» Autor: NATSU
Ave Fénix
Ella sólo era uno de los muchos rostros anónimos de la guerra, y uno de los no tan muchos brotes que logran mantenerse erguidos tras la tormenta. Sentada frente a una humeante taza de café, Gaddith desnudaba su historia para un reportero local encargado de recopilar testimonios reales en una edición especial. Lacónicamente, le fue narrando aquellos sucesos que su memoria llegaba a recordar y, a pesar de escudarse en querer ceder espacio al resto de entrevistas, la realidad era que su mente torturada rehusaba viajar al pasado una vez más.
Selló los labios, dando por zanjado su relato, levantó la vista y observó a su interlocutor a través de una densa cortina de pestañas. A punto estaba de formular una cordial despedida, cuando este le preguntó en aire profesional; ¿a qué se ha dedicado desde entonces? Meditó unos segundos, bajo el influjo de la sorpresa, y luego habló alto y claro, apuntando con la barbilla hacia el techo; A vivir, por mí y por todos los que ya no pueden hacerlo.
Regresó a su humilde hogar, la vista perdida en ningún punto concreto y un regusto agridulce en el paladar. Inconscientemente, se llevó una mano al brazo derecho, allí donde años atrás lucía incansable el brazalete con la estrella de David. A veces, era como si aún permaneciera fundido con su ropa, empeñado en recordarle quién había sido, o quién había sido obligada a ser. Su existencia se dividía entre el pretérito y el presente, separados por una línea de límites inciertos.
Un par de pozos azules, tan infinitos que parecían absorber todo en cuanto se posaban, la miraron demandantes desde el umbral. Sí, ella tenía una razón por la que luchar. Yoel, escapó de su boca en un suspiro. Dedicó una sonrisa a aquel rostro vital y alegre, enmarcado por una melena castaña de bucles revoltosos.
Entonces Gaddith viajó al pasado, a un pasado no menos desolador que sus días en el ghetto de Varsovia. Tras nueve meses de maduración, por fin el fruto de su vientre había decidido salir a la luz. Era un varón, un niño que llegó al mundo pataleando envuelto en sangre, demasiado pequeño para ser considerado sano. Gaddith recordó haber llorado como pocas veces antes cuando los médicos le hicieron saber por medio de frases plagadas de eufemismos, que era posible que su hijo no sobreviviera. Sin embargo, al tenerlo entre sus brazos y ver aquellos ojos producto de unos genes que habían permanecido aletargados durante generaciones, ella supo que no perecería, y supo además que su nombre no podía ser otro si no Yoel.
Yoel se enfrentó a la vida y creció sano, bendecido con una inmensa generosidad y unas ganas locas de comerse el mundo. Recién cumplidos los catorce, su madre le habló de Yoel, Yoel Bilak. Le contó que velaba por ellos desde algún lugar, allá arriba en el cielo, que era una de las personas más maravillosas que jamás había conocido y que le recordaba mucho a él, porque también libró su lucha particular y había resurgido de sus cenizas, como el Ave Fénix de las leyendas. Gaddith podía verlo a través de los ojos de su hijo, diciéndole; no te preocupes, estoy orgulloso de ti.
FIN
Autor: Natsu
Excelente.. me encanto.. ella es de uno de mis personajes favoritos..
Tenemos otra escritora en ciernes !!!! Muy bueno tu relato !!!!