Sobre el concurso de fotos
Héteme aquí de vuelta de las vacaciones. De baja porque me machaqué un dedo contra una piedra de la playa (sí, pero juro que no tropezaré dos veces en la misma piedra). Haciendo, por tanto, de «ama de casa tralaralarita» y diciéndome cada media hora: hoy mismo empiezo a retomar esto de escribir (hay pendientes un montón de proyectos que me acosan por las noches y me dan miedito). Pues bien, entre todo esto, bastante relajante he de admitirlo, está el tema del concurso de fotos que os he endiñado. Y me he endiñado, por ende (hoy estoy decimonónica).
Realmente la idea partió de que Edwin, al que no conozco pero es amigo de un amigo, le mandó (al amigo) una foto preciosa. Entonces se me ocurrió, aunque ya me rondaba algo similar por la cabeza, pediros que me mandarais fotos de Sedom. Aproveché el momento: verano, vacaciones, gente con más tiempo, blablabla… ¡En vaya lío, por Tutatis, me metí!
No es que hayan llegado muchas fotos y esté nadando en ellas, no… Ya sabemos que el españolito medio es, por naturaleza y porque sí, de aquello de «ya lo haré luego» (me incluyo, of course). Es que le he dado tantas vueltas y revueltas al tema, he cambiado tantas veces el formato de ver las fotos, de votar, de subirlas… os he mareado tanto que… ¡Caramba! Ahora que lo pienso, tal vez no sea que sois vagos. A lo mejor es que os he vuelto majaras con tanto cambio. Y, de paso, a mí misma y a mi pobre hermana que es la que cuida de esta nuestra página web.
En fin… al loro. Que doy un saltito de emoción cada vez que recibo una foto. Que quiero que me mandéis muchas, muchísimas. Que lo de los concursos no es lo mío, está clarinete, pero lo de comunicarme con vosotros, sí.
Y pues eso… que hagáis fotos, muchas fotos.
Pero si hasta cada vez que una de ellas recibe un voto, me emociono. ¡Si es que, en el fondo, soy un oso amoroso!
Fotitos… ¿vale?